Piloto: Fred
Esta vez era un viaje sencillo, la etapa corta y final de una ruta mucho
más larga, el último paso como en una metáfora, llevando una carga de
medicinas y material educativo a Liberia, al Roberts Intl. de Monrovia.
Un salto a una de las esquinas del mundo, a una de las muchas donde se
acumula lo que habitualmente no vemos. Hay viajes que me gustan y otros
que no, y este es de los segundos, porque a veces la máscara se mueve un
poco y por una rendija se cuela el sentimiento.
Hacemos una ruta sin
historia, y cuando nos vamos aproximando ya me doy cuenta de que no
vamos a encontrar los acostumbrados edificios grandes de acero y cristal
tan típicos en otras latitudes, ni las calles anchas bien asfaltadas
llenas de señales y balizas, ni un montón de aparatos en carga o
descarga, recién llegados o a punto de iniciar un vuelo. Todo aquí es
mucho más precario, y vuelvo a la metáfora fácil cuando me imagino en un
páramo reseco con apenas un caldero de agua en las manos. Bajamos a
tierra después del cómodo aislamiento que proporciona un avión y me da
en la cara el calor del trópico y una indefinible mezcla de olores. Y me
encuentro al fin con el coordinador en tierra de toda esta movida, un
tipo grande como un oso que viene saludando desde lejos, un tipo con una
cabeza bien amueblada como para hacer carrera en foros más brillantes y
que prefiere, sin embargo, dar lo mejor de sí echando una mano como
dice él, sin que se note demasiado, sin gestos de grandilocuencia sino
asumiendo riesgos de verdad cada dia, a cada momento. Un viejo amigo que
siempre tiene ganas de hablar. Y hablamos de esta tierra que casi ha
hecho suya a fuerza de años de entrega y dedicación, hablamos de
trabajo, de enfermedades y crisis continuas, de condiciones precarias,
de privaciones sin fin, de lluvias casi monzónicas, de barro por
toneladas y dificultades para todo.
Apuramos el tiempo, y ya en la
plataforma mientras nos despedíamos agitando en el aire una mano grande
como una raqueta a modo de esperanzador hasta pronto, me gritó que
“había que ser muy valiente para subirse en uno de esos cacharros y
andar dando tumbos por ahí” …se refería a un 737… Yo me paré un momento,
no me di la vuelta pero sentí que me subía por la garganta el
inconfundible sabor de la vergüenza.
2 comentarios:
Todas las misiones que publicamos tienen la finalidad de la diversión aunque en algunas intentamos llamar la atención aunque sea ligeramente acerca de un tema de actualidad o una situación histórica con un trasfondo humano. La misón de Navidad suele ser algo especial en este sentido y desde luego que en tu informe de misión has dado en el centro de la diana.
Gracias por compartir este otro punto de vista de las "operaciones" de la compañía. Confieso que a mi me ha emocionado.
Esa es la cosa, diversión y unas gotas de emoción, si cabe.
Buenos vuelos y felices fiestas para toda la "Compañia"
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