El viaje había sido cansado. Desde Madrid hasta Doha y luego a Entebbe en Uganda para volar el último tramo en un avión de la ONU que nos dejó en Juba, la capital de Sudán del Sur, previa firma de un documento en el que aceptábamos los riesgos del vuelo y nos dábamos por enterados que no es un billete ordinario sino un transporte especial. Un palizón, vamos.
Tras un pequeño descanso en un hotel
bastante decente nos levantamos al día siguiente para realizar el
acostumbrado periplo por la enoooorme base que la ONU ha montado en
aquel lugar, el papeleo de la identificación y la visita a todas las
secciones y las correspondientes charlas informativas de los
responsables de las mismas para al final tener la respectiva
autorización para poder operar que nos llevó toda la mañana.
Por fin nos pusimos en marcha y de nuevo en un transporte especial, nos
trasladamos a Malakal donde tendríamos nuestra base aunque la
situación en la zona se estaba complicando y tal vez habría cambios
en los planes. El alojamiento en uno de los contenedores-habitáculos
del campamento o “compound”, como se conocía en la jerga de la
ONU, no era un lujo precisamente y, aunque estaba a unos minutos del
aeropuerto, las lluvias se convertía el camino de tierra en un
suplicio de baches y barro. Nuestro “hogar” lo compartíamos con
otra tripulación y empezamos a volar con un oído puesto en las
noticias pues la actividad bélica estaba en aumento.
En unos días empezamos a
acostumbrarnos al aburrimiento en los descansos, la misma comida, la
lentitud de internet, el pobre gimnasio, y el bar de mala muerte
donde tomábamos unas cervezas para matar el tiempo en el que no
volábamos, por no hablar de los peligrosos mosquitos cargados con
malaria, que aparecían todos los días posados en las mosquiteras de
la habitación.
Todo el aburrimento posible se disipaba
con las noticias de los combates que se acercaban de manera que al
cabo de unos días fuimos trasladados a Juba para mantenernos en un
entorno mas seguro. Esto era otra cosa. Supermercado, tiendas, la
posibilidad de variar el menú... pero si bien las condiciones
durante el tiempo libre habían mejorado, las de la operación de
vuelo se habían complicado y justo cuando se terminaba nuestro
periodo de trabajo se tomó la decisión de evacuar Malakal.
Las órdenes para nuestra última
operación en la zona eran transportar un cargamento sanitario a
Rumbek para luego dirigirnos a Malakal y volver al Juba con la mayor
carga posible. Había tiros en las cercanias de los aeropuertos y los procedimientos debían
ajustarse para mantener la seguridad de la operación de manera que
tras un minucioso estudio de la situación comenzamos el vuelo con la
carga sanitaria a Rumbek.
La meteo no pronosticaba nada bueno lo
que no nos sorprendió y casi nos alegró pues sería mas fácil
pasar desapercibidos por la zona. Tras el despegue por la pista 31
subimos hasta FL180 y nos encaminamos directamente a la pista sin
asfaltar donde descargaríamos el material médico. Tras poco mas de
20' de vuelo iniciamos la aproximación alineándonos con la pista y
manteniendo unos prudentes 6000 pies para iniciar un “descenso
táctico” en cuanto el GPS nos marcó las 5NM del perímetro de
seguridad. Con un par de virajes para perder altura nos posicionamos
en final de la pista 01 donde completamos un aterrizaje perfecto.
Con el avión vacío iniciamos el vuelo
hacia Malakal con un ascenso manteniendo V2+10 hasta los 6000
pies, virando para mantenernos dentro del perímetro de seguridad y a
partir de ahí directos a MLK a FL200. Planificamos el descenso y la
aproximación pero en lugar de mantener las altitudes publicadas nos
quedaríamos a 6000 pies hasta la milla 5 a partir de donde
comenzaríamos el descenso con todo el “trapo” fuera hasta los
mínimos.
A 50NM comenzamos a bajar entre nubes
con algo de turbulencia y nos posicionamos en un rumbo directo
encaramados al radial 218 llegando a los 6000 pies a unas 15 millas
lo que nos dio tiempo sobrado para configurar el avión para el
descenso final y aterrizaje que hicimos de la misma manera que en
Rumbek llegando a los mínimos de aproximación de la carta sin
contratiempos y con la pista a la vista.
Ya solo nos quedaba cargar el avión
hasta su MTOW y volver a Juba. El despegue, como estaba previsto, nos
hizo sudar un poco sabiendo que algún compañero había recibido
varios impactos de bala de manera que tras “limpiar” el avión
mantuvimos V2+10 de 148Kt hasta los 6000 pies de seguridad mientras
virábamos para no salirnos de la zona de seguridad de las 5NM del
aeropuerto.
A partir de ahí el vuelo transcurrió
sin mas sobresaltos, a FL280, hasta la capital del estado donde
terminábamos nuestra rotación y nos dispondríamos a empaquetar
nuestro equipaje. Sin embargo justo cuando bajamos el tren de
aterrizaje la lucecita del tren de morro se negó a encenderse. Motor
y al aire y a hacer esperas en el VOR mientras sacábamos el manual y
comunicábamos el problema a tierra.
Después de seguir todos los
procedimientos la rueda seguía sin querer salir de manera que tras
declarar la situación de emergencia realizamos la aproximación en
cuanto todo estuvo preparado en tierra para ayudarnos tras la toma.
Una suave toma de contacto y un morro mantenido arriba el mayor
tiempo posible precedió al desagradable ruido del morro
arrastrando por el asfalto y la pista anormalmente cerca de la cabina. Una vez detenido el avión, paramos los
motores y evacuamos sin que se produjese ningún incidente mas.
Al parecer alguien con malas ideas se
debió infiltrar en las cercanías del aeropuerto pues tras la
revisión del avión se descubrió que la causa de la avería se
debía a un pedazo de plomo que había hecho un agujero en las
puertas del tren delantero y bloqueó en mecanismo de extensión. El
avión fue rápidamente trasladado a los hangares y nosotros, tras
rellenar una montaña de informes, por fin pudimos empaquetar nuestro
equipaje para volvernos a casa.
No hablamos mucho durante nuestro
regreso. A la excitación propia de los primeros momentos siguió una
serie de pensamientos rumiativos acerca de que podría haber pasado
si la bala nos hubiese alcanzado en otro sitio, o hubiese penetrado
en la cabina hiriendo a alguien. Nosotros volvíamos a casa, a la
seguridad y la tranquilidad de poder ir donde quieras sin tener que
evaluar meticulosamente cuales eran los peligros; pero dejábamos atrás un país
donde sus habitantes tenían que sobrevivir en esa tensión constante
de buscarse el sustento diario sin perecer en el intento.
… y todavía sigo pensando en eso.
PD: Gracias Iván, por toda la información y el interés.
PD: Gracias Iván, por toda la información y el interés.
2 comentarios:
Yo no envie una como esta ya? o la tengo y no la he enviado?
Si David, tu informe está publicado el 19 de febrero.
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