Meteo: LEZG VRB05KT 9999 SCT045 02/M01 1010
Aeronave: EC-135 Rescate TAG
Simulador: X-Plane 10.36. Spain UHD.
No esperes buenas noticias cuando suene
el teléfono sin que todavía haya despuntado el alba. Sabiendo que
se habían acabado las posiblidades de una guardia tranquila lo
descolgué anticipándome a lo que iba a escuchar.
“Buenos días”
“Buenos días Antonio, ¿que ha
pasado?” La voz de Antonio me pareció más ronca de lo normal
pero a estar horas ¿quien tiene su voz habitual?.
“Hola comandante soy Alfredo, me temo que
tengo malas noticias”. Ahora si concordaba la voz con la imagen que
tenía en mi cabeza. Alfredo era el mecánico de la base y fruto de
su pasado militar le encantaba tener todo en riguroso orden de
revista pero en el procedimiento de activación no tenía que
intervenir para nada salvo si había un problema con la máquina así
que me quedé un poco a la expectativa.
“Antonio ha resbalado en una placa de
hielo y me temo que ha quedado inoperativo. Hemos llamado al 112 y la
ambulancia está en camino; no creo que sea grave, pero la mano no
tiene buena pinta. Lola y Pedro le están atendiendo y me ha dicho
que te llame porque hay un servicio urgente”
Obviamente el servicio tenía que ser
urgente para estar todos en pie a estas horas un día de Navidad. Me
tocaba imaginaria así que era el “reserva” y me tocaba saltar al
campo sin calentar. “Voy para allá” fue mi respuesta mientras
acababa de enfundarme el mono de vuelo de manera que en un santiamén
estaba camino de la base.
Listos salida. |
“¡¡Cáspita, que frío!!” Con
cuidado para no pisar ninguna placa de hielo que me desgraciase a mi
también me bajé del coche justo cuando Antonio subía en la
ambulancia rodeado del resto del personal.
“Lo siento, pero me he fastidiado la
muñeca y me da que no es una simple torcedura...”
“Nada chico, “ajo y agua”... y
que te sea leve. Cuando vuelva te llamo y me cuentas”. La puerta de
la ambulancia se cerró y los cuatro nos encaminamos hacia el EC-135
que se iluminaba en la plataforma mientras me ponían al corriente de
la situación. El GPS no se dejaba meter las coordenadas y la bomba
de repostaje se negaba a funcionar por lo que no teníamos los
depósitos llenos. Alfredo había pasado toda la tarde intentando
arreglarlo hasta que el jefe de guardia le obligó a marcharse a
cenar con la familia. Luego me dijo que los de Zaragoza ya habían
salido, me pasó la documentación, la situación donde debíamos
dirigirnos y tras una rápida verificación me subí al molinillo y
empecé con el procedimiento de puesta en marcha.
El orto era a las y 25 y aunque
quedaban unos minutos decidí despegar, que la cosa estaba mal y para
eso tenía las habilitaciones pertinentes.
Con todo el mundo abordo y sujeto
iniciamos el camino hacia el pantano de Calanda poniendo un rumbo
inicial de 055º y esperando interceptar el radial 233º del VOR de
Maella cuya milla 22 coincidía con las coordenadas del accidente. En
teoría debíamos esperar a la salida oficial del Sol pero ya
sabíamos lo que podían significar unos minutos en una situación de
emergencia y de todos modos la visibilidad era excelente. No hacía
nada de viento y nada mas encarrilar el rumbo dejé que el piloto
automático hiciese su trabajo para que una vez confirmada la
posición y navegación correcta poder deleitarnos con las distintas
tonalidades de colores con que nos obsequiaba el amanecer.
Pantano de Calanda |
La claridad de la atmósfera permitió
la localización del lugar del accidente desde la distancia sin que
se necesitase de radioayudas para llegar al sitio. Un rápido
sobrevuelo de reconocimiento con giro a la derecha y enfilamos el
lugar que pareció más adecuado para posarnos con suavidad y dejar
que Lola y Pedro hiciesen su trabajo.
Con la paciente asegurada en la camilla
y el visto bueno de Lola otra vez iniciamos el ascenso siguiendo la
ladera del valle hasta que librada la cumbre procedimos directos a
Zaragoza. El que los dos se quedasen detrás auguraba un paciente
complicado. Por lo general los heridos se estabilizaban en tierra y
el traslado al hospital se hacía con rapidez sin que se precisase
mayor tarea que la de vigilancia. Pero cuando los dos iban detrás
significaba que el infortunado estaba cogido con alfileres y no se
fiaban de que no empeorase.
El hospital. |
Nos acercábamos a la ciudad donde un
rutinario “Sin tráfico notificado; llame con toma asegurada” de
la torre de control nos permitió una aproximación directa al
helipuerto del Hospital Miguel Servet. Allí los dejé a todos,
despegando de inmediato pues debía dejar sitio al otro helicóptero
que también se aproximaba con otro herido. Además no estaba sobrado
de “sopa” así que llamé a la torre y me encaminé al cercano
aeropuerto donde aterricé sin novedad.
La sensación al Sol era agradable pero
se notaba la temperatura bajo cero así que agradecí el café
caliente mientras esperaba a que llenasen los tanques que estaban
bastante secos. No tardaron demasiado así que una vez felicitadas
las fiestas al compañero que acababa de aterrizar de nuevo arranqué
la máquina y con la correspondiente autorización di el pequeño
salto hasta el hospital para recoger a mi tripulación sanitaria y
volver a la base.
I Follow the Road |
“¿Lo quieres llevar?”
“No, mejor llévalo tu”
Era Navidad y nos permitíamos una
pequeña licencia haciendo un vuelo a baja altura para recrearnos en
el paisaje. Sabía que Pedro disfrutaba con este tipo de vuelo y
desde luego que Lola tampoco le hacía ascos. Por eso me sorprendió
que declinara mi invitación a llevar los mandos. Era un enfermero
con una larga experiencia en urgencias y su ilusión desde pequeño
había sido ser piloto. “Bastantes sacrificios hicieron mis padres
para poder pagar la carrera como para decirles que quería ser
piloto” me había dicho en alguna ocasión. Luego la vida le había
llevado por otros derroteros hasta que se encontró con la
posibilidad de volar en la ambulancia aérea de forma que no lo dudó
ni un instante pese a las reticencias de su esposa. Ahora se apuntaba
a un bombardeo y que bajase la visera del casco y se dedicara a mirar
por la ventanilla me hizo pensar que aquel servicio le había tocado
en alguna fibra sensible.
Volando a casa |
Lola rondaba los cincuenta pero su
constitución atlética la hacía aparentar bastantes menos. Le
encantaba su profesión, médico de urgencias con una gran
experiencia en emergencias en todo el mundo trabajando para distintas
organizaciones y que cansada de dar vueltas se había metido el esto
del “helicóptero” por que le encantaba volar y era una forma de
“sentar la cabeza” en casa, cerca de sus padres ya mayores que
empezaban a necesitar de su única hija. Tampoco estaba muy habladora
por lo que tras un par de comentarios para intentar romper el hielo
me di cuenta de que no estaba el horno para bollos.
Aproximación final |
A 140kts y manteniendo una prudencial
distancia con el suelo para no llevarme una sorpresa con algún cable
no tardamos en aterrizar de nuevo en la base donde Alfredo seguía
peleando con la bomba de combustible pero no sin antes tenernos
preparado un modesto pero suculento desayuno de Navidad.
Un par de tortitas de alma, unas
magdalenas caseras y las preguntas de Alfredo hicieron que se
abriesen los corazones. La paciente era una mujer adolescente de
nombre desconocido, traumatismo facial y craneoencefálico con
pérdida de masa cerebral, dificultad en la intubación con más de
cinco minutos en parada cardiorespiratoria... y con un vestido
idéntico al que le esperaba a la hija de Pedro envuelto en un
premeditado papel de periódico y esparadrapo bajo el árbol como
regalo de navidad.
Silencio, un nudo en la garganta y un
abrazo colectivo sirvió de catarsis para recordar la suerte que
teníamos de poder disfrutar cada día con quienes amamos e
interiorizar que incluso en estas fechas la vida continúa
inexorable. Alfredo insistió en una tos más que sospechosa que
justificase sus ojos vidriosos y apurando el chocolate ya tibio y con
la magdalena de la vergüenza en manos de la golosa Lola recogimos el
chiringuito y nos despedimos deseándonos no vernos sino en el
Gregori con una caña y unas orejitas de cochino por delante.
… y la bomba de combustible tendrá
que esperar a mañana.
1 comentario:
Muy bonito el informe y la historia
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