Transportes Aéreos Globales

TAG es una compañía aérea virtual que opera con cualquier tipo de avión y sin límite en el tipo de trabajos a llevar a cabo. Desde transporte regular de pasajeros en líneas aéreas hasta vuelos ferry de todo tipo de aeronaves en cualquier parte del mundo...

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15 de diciembre de 2012

INFORME DE MISIÓN 34: Amnesia (Juanjo)

Sobre las crestas montañosas
Piloto: Juanjo
Meteo: 18020G30KT/WS 4SM +TSRA FEW050CB OVC095CB -03/01 A2972
Aeronave: B200
Simulador: XPlane 9.70

El dolor se veía mitigado por la obnubilación pero el automatismo del entrenamiento surtió efecto y la aplicación de la máxima potencia se acompañó de manera automática de la presión del pedal izquierdo para contrarrestar una guiñada y el suave tirón de los mandos para controlar el avión que se desplomaba contra la montaña.

Afortunadamente conseguí sobrepasar las crestas montañosas lo justo para dejarme caer por un valle que afortunadamente parecía abrirse y descender en medio de los violentos vaivenes que proporcionaba la tormenta de nieve en la que estábamos metidos; al menos no estaba dentro de nubes y las condiciones permitían un vuelo con el terreno a la vista aunque, eso si, en condiciones muy marginales con una visibilidad mas que reducida por los chubascos de nieve.


Mezcla rica, paso adelante, potencia máxima, tren arriba, flaps arriba, identificación: pie muerto... ¡¡motor muerto!!” Al dolor de cabeza se unió una sensación de alarma. Poco a poco me fui haciendo cargo de la situación: no tenía ni idea de donde estaba ni hacia donde iba pero parecía que un motor no funcionaba.

...identificación, verificación... “ Efectivamente, los instrumentos del motor están a 0 y de nuevo el instinto impreso a fuerza de entrenamiento me llevó la mano a la palanca de potencia; cuando al moverla hacia atrás no ocurrió absolutamente nada la retahila del procedimiento continuó al “... abanderar, comprobar si hay fuego...” De nuevo el movimiento hacia atrás del paso de la hélice no produjo efecto alguno y afortunadamente no parecía que hubiese fuego pero una de las luces de alerta movió otro resorte en mi dolorida cabeza.


Bajando por el valle
¡¡¡El combustible!! No me lo podía creer. El aviso en el panel me guió a los dos aforadores que marcaban cero... nada... vacío... seco. Imposible, ¿como podía ser? El cerebro empezaba a pensar a pesar del terrible dolor de cabeza y de los meneos provocados por la turbulencia. Un motor se suele parar por falta de “sopa”; si ya tengo uno parado y los tanques están vacíos el fallo del segundo es inminente, pero, ¿como he perdido toda la “gasofa”? Bueno, eso era secundario en esos momentos, lo importante era alimentar el motor bueno de manera que me dispuse a conectar los depósitos derechos al motor izquierdo cuando me di cuenta de que la posición de la llave selectora estaba precisamente al contrario. “Mierd... bueno, da igual, toda la gasolina para el motor que funciona

Mayday, mayday, mayday, TDH53, mayday, estamos en...” ¿Donde narices estoy? Tenía que aterrizar de inmediato pero ¿donde?. “¡¡¡Jod...!!! ¡¡¡Si tampoco tengo radios!!!” Ya solo faltaba que se rompiese un ala. Sin comunicaciones ni radionavegación, perdido en un valle quien sabe donde, yendo vete tu a saber, me puse a buscar un sitio donde meter aquel pájaro que se convertiría en planeador en unos minutos cuando me percaté de la presencia de otra persona a mi lado.

En bandera

Bueno, mas que persona se podría decir que un fantasma. Pálido como un muerto no despegaba su mirada de la hélice que giraba lentamente en bandera y sus dedos se aferraban a los arneses que le cruzaban el pecho. ¡¡Eh, oiga, ¿donde estamos?!! Nada, estaba bloqueado. Menudo panorama. Lo cierto es que no tenía mas opciones que las de buscar algún lugar donde aterrizar y hacerlo en el primer sitio medianamente idóneo que apareciese y eso no se encontraba a la vista en aquellos momentos rodeado de montañas y glaciares.

No todo podía ir mal. El valle descendía y se abría con lo que daba margen a la maniobra y aumentaba las probabilidades de encontrar un lugar apropiado para intentar salvar nuestras vidas. Con el corazón encogido esperando el apagado definitivo del único motor una carretera de montaña se dejaba ver entre la tormenta de nieve serpenteando por la ladera derecha. No podría tomar tierra allí pero tenía la esperanza de, al menos, tener ayuda cerca y tal vez mas abajo encontrar algo aceptable para “aporrizar”.

Una carretera en el valle


Lentamente el terreno iba mejorando y aunque la tormenta se mantenía, los bandazos eran mas tolerables, o al menos me había acostumbrado a ellos. En una de mis miradas alrededor me sorprendió ver a otros pasajeros en los asientos de atrás, igualmente petrificados y zarandeados, algunos sujetos por los cinturones de seguridad y otro aferrado a lo que podía. Intenté preguntarles pero sus caras me dieron la misma información que su compañero de la cabina.

¡Por fin! La carretera deja la ladera para ensancharse por el fondo del valle. Esta es la oportunidad que esperaba. Sin pensarlo dos veces me dirigí al primer tramo recto de lo que se había convertido en una autopista con poco tráfico. Reduzco potencia, velocidad, bajo el tren, los flaps y al enfilar la “pista” veo como los coches circulan por el lado contrario; ¿¡¡donde narices estoy!!?

En final
¡¡AGARRENSE QUE ATERRIZAMOS!! grite con todas mis fuerzas mientras me peleaba para mantener el avión lo mas alineado posible con los carriles izquierdos de la autopista. Toma dura, toma segura dice el refrán; en efecto, no es que fuese mi toma mas suave precisamente pero, dadas las circunstancias puedo sentirme orgulloso de ella. Con algunos bandazos mas conseguí detener el avión sin mas daños que algunos golpes con las señales de tráfico.

Con el freno puesto paro el motor que todavía seguía funcionando. Estamos en tierra y todos de una pieza. Las ambulancias y los bomberos tardaron unos largos minutos en llegar avisados por los mismos conductores que nos prestaron los primeros auxilios. Una vez en la ambulancia “la luz se apagó”.

Desde mi cama en el hospital los recuerdos inconexos iban formando una historia que ganaba en lógica a medida que cada detalle encajaba con otro anterior. Las visitas de los compañeros y familiares, aunque molestas al principio, eran esperadas con ansiedad para poner orden en una cabeza todavía dolorida.

Tenía claro que me encontraba en Nueva Zelanda y que nos habían contratado para llevar un avión desde el aeródromo de Palmerston al de Chirstchurch y recoger un nuevo aparato para el cliente. Al parecer los planes cambiaron en el último momento y el mismo cliente llevaría el avión y algunos amigos hasta el destino para luego continuar con los planes originales.

La situación era un tanto extraña: seis personas ataviados con los extraños uniformes de un club de antiguos alumnos y un piloto que se acomodaba en el último asiento del avión para relajarse en un vuelo por el que cobraría sin tener que pilotar y cuyo “chófer” era el propio cliente.

Cambio de planes
El vuelo era sencillo, unas 230NM en línea recta aunque, según parecía, se desviarían de la misma para sobrevolar los lugares de residencia de alguno de los pasajeros y visitar los espectaculares paisajes de la isla del sur. Hubiese preferido volar en el sitio del copiloto, pero el “jefe” tenía la habilitación del avión y quería que sus compañeros disfrutasen de las vistas de la cabina.

Recordé como los primeros baches no me incomodaron pero me impidieron seguir con la lectura de los manuales del nuevo avión y me hicieron mirar hacia el exterior. Lo que vi no me gustó demasiado. La meteo había empeorado sustancialmente y las escasas nubes del despegue se habían tornado en negros nubarrones en el interior de los cuales pasábamos mas tiempo que fuera. Los saltos cada vez eran mas violentos y las bromas de los pasajeros habían dejado paso a un silencio tenso y caras menos joviales.
"El panorama"

Empecé a preocuparme cuando me di cuenta del tiempo que llevábamos volando y me hicieron señas para ir a la cabina. Dando tumbos conseguí acercarme hasta el puesto de mando donde el piloto luchaba con los mandos en unas condiciones VFR muy marginales gritando que no podía controlar la situación. Aprovechando unos segundos de calma se soltó el cinturón de seguridad y de una forma que todavía no me explico me encontré en el asiento del piloto de la exigua cabina. Después un destello brillante, chasquido y un “fundido a negro”.

La visita del inspector de aviación civil fue mucho mas agradable de lo que esperaba y aclaró muchas cosas. Nuestro cliente solía volar en condiciones muy favorables y siempre acompañado por un profesional; su experiencia no era la apropiada para la situación y el estar acompañado por sus amigos había complicado la decisión de pedir ayuda.

Además el avión se cambiaba por otro modelo pues había sufrido varios fallos eléctricos y algunas tomas mas duras de lo habitual que habían provocado la rotura del tanque que suministra el combustible al motor derecho. La elección de la cantidad de combustible fue la correcta para el vuelo pero el desvío del plan original, el vuelo a baja altura y la desorientación posterior con el consiguiente aumento del tiempo en el aire aumentaron el consumo mucho mas del previsto. Esto se vio agravado por el error de trasvasar combustible de los depósitos izquierdos a los derechos para compensar la asimetría de peso aumentando la fuga del depósito roto.
Ruta real

La toma de tierra se efectuó en la carretera del valle de Tasmania muy cerca del centro de visitantes del Parque Nacional del Monte Cook y a escasas 2NM del aeródromo del mismo nombre. Los intensos chubascos de nieve y la decisión de intentar aterrizar en el primer sitio posible impidieron distinguir la pista. El combustible remanente se limitaba a solo 3 minutos de vuelo en esas circunstancias.

Con el informe de alta y la promesa de mantener reposo durante al menos dos semanas abandoné el hospital bien escoltado por amigos dispuestos a hacerme cumplir el tratamiento. Dos semanitas de vacaciones en una tierra paradisíaca y con buena compañía... ¿quien se va a negar?
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1 comentario:

José Ángel dijo...

Una historia estupenda. Me gusta como la has terminado (y comenzado).
A ver si hay más historias que partan de la misma situación! ;-)

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